Lo prometido es deuda y terminamos nuestra maratón de recetas navideñas con la ganadora del sorteo especial de navidad del Kit «Quiero ser cocinero».
Ella fue Laura Piñera (redactora del blog Gastroart Piñera donde podéis encontrar esta receta y muchísimas más), y aunque la decisión estuvo complicada por la calidad de los platos del resto de participantes, finalmente nos cautivó con su espectacular receta «Oro, incienso y mirra», un entrante muy entretenido de elaborar pero desde luego por su apariencia, merece la pena dedicarle un rato y sorprender en las mesas de estas fechas.
No os contamos mucho más, ya que la propia Laura nos deja su explicación sobre su plato.
¡Enhorabuena Laura!
«Este es un entrante al que he puesto por título «Oro, incienso y mirra», pues con este plato he querido representar los tres regalos que los Magos de Oriente entregaron al Niño Jesús en Belén.
Esta receta está pensada para el Día de Reyes, por ello quería buscar componentes en el plato que hiciesen alusión o que fuesen, de alguna manera, el símbolo de ese día, pero antes de centrarme en describir el sentido que para mí tiene este plato, voy explicar brevemente lo que simbolizaban estos tres elementos en aquella época y dentro de su contexto:
Melchor, como todos sabemos, entregó a Jesús un cofre con oro: mineral propio de reyes y que simbolizaba el tributo a la realeza de Jesús. Gaspar entregó un cofre con incienso, sustancia que tenía un relevante papel en los ritos religiosos y en las ofrendas a las deidades, por lo tanto era el reconocimiento de Jesús como Dios. Baltasar le llevó la mirra, aludiendo así a la condición de mortal de Jesús y, por lo tanto, haciendo referencia a su componente humano. Los Magos entregaron, de este modo, el oro para el rey, el incienso para el Dios y la mirra para el hombre.
El plato: se trata de un entrante que quiere ser la metáfora de los tres elementos que hemos nombrado. Esta metáfora la he intentado representar con tres cuencos que simbolizarían los cofres donde iban los obsequios entregados al Niño. De cada uno de los cuencos sale un alimento principal, buscando similitudes entre los colores de los alimentos y los colores de los elementos que queremos representar.
El plato es una tierra de frutos secos y jamón ibérico, a la que le hemos aportado cremosidad con unas yemas de huevo de codorniz. Junto a estos elementos jugamos con sabores y texturas usando toques crujientes con patatas paja, berenjena, yuca y boniato, que son la combinación perfecta con un champiñon portobello en crudo y trufa negra. Jugamos con las texturas y sabores también añadiendo unas cremas: de calabaza y de shitake. El aliño del plato va encapsulado en isomalt y es una combinación de aceites, sal de trufa y vinagre.
Equlibrio de sabores, texturas y olores configuran el plato que quiere ser un regalo para nuestros comensales.»